
Conducir el rumbo de un país guiados por un catecismo ideológico, desbordante de prejuicios que los enfrentan con sectores productivos y no les permite, examinar con pragmatismo lo conveniente para el crecimiento y el desarrollo económico-social del conjunto de la sociedad,imposibilita a nuestros gobernantes,tender puentes de entendimiento con quienes demandan modificaciones a políticas productivas en discusión.
Estos mandamientos ideológicos,deberían aceptar,que las sociedades distributivas "pseudo solidarias",no son mas que una creencia ilusoria que siempre terminan perjudicando a los supuestos beneficiarios y al mismo estado.
Es función del estado gobernar equitativamente para todos los habitantes y brindar protección mediante la asistencia social a los mas carenciados.
Para su financiamiento existen los impuestos normados por leyes constitucionales y que solo deben ser bien administrados.
No es función del estado,intentar confiscar la renta privada de los ciudadanos para aplicarla a mejorar el consumo social mediante la tan declamada "redistribución de los ingresos".
Opinar sobre la rentabilidad de un sector de manera apresurada y genérica no ayuda a la concreción de un dialogo serio.
Si nuestros gobernantes aceptaran suspender la predica de su catecismo ideológico vislumbraríamos la posibilidad de comenzar a transitar un camino de entendimiento.